jueves, 22 de septiembre de 2011

¿cómo transferir algo que ni yo mismo consigo abarcar?.

¿cómo transferir algo que ni yo mismo consigo abarcar?.
 
no existe esa transferencia, salvo como un anhelo de transferencia.
 
anhelo de algo que sólo es anhelo, es la parte en un plano, de un todo que se da en otro plano, y entre esos dos planos, la sombra de un puente fisurado en algún intersticio de la región humana, el mapa de la mente como una flor pudriéndose desde hace siglos.
 
lo importante es que mi cuerpo es su propia vasija, y de pronto irrumpe una música que lo colma, una música que logra acallar a la tormenta de rostros de una intermitencia asimétrica, rostos de sexos deformados, glande de un grito oblongo y pesado, grave, mortuorio, con una gravidez de muerte.
pero, la importancia del continente de la piel, como una lupa prismática que multiplica a la música, ruiseñor enfebrecido con cerebro diamantino, que conmueve, que desguaza un desierto.
conmoción que, igualmente, no es idéntica al placer, parece mucho más un archipiélago, que incluye al dolor, como una serie de menhires a lo largo del esternón, suspiro que se crispa y exacerba, tomando la forma de una especie de yunque, gravitando en una zona indefinida de la sombra.
pero luego la sombra se torna iridiscente y de vidrio, posteriormente licuefacto, pero no quemante.

me recuesto para ser invadido por un hormigueo como lluvia debajo de la piel, lluvia apenas tibia, tibieza como voces en danza elíptica por el contorno de mi pecho, párpado petrificado, panoplia contemplada durante una hora, en la penumbra, meseta gris, pecho.
 
muerte zumbido que ya no atraviesa mi nuca, ojo transido por el om, aparición, yo sigo recostado como un cauce, transido por la aparición, imagen en todas las direcciones y en todas las puertas, imagen profusa, imagen proyectada sobre su posterior ausencia, grabada en el mar, indiferencia diluída.
mis sentidos como varios túneles coralinos, abiertos en distintas direcciones, suspendidos, emitiendo un sonido que es el sonido que produciría un buddha al suspenderse, mis sentidos dispuestos en un mar que levita.
túneles de ojos ebúrneos, cada uno de los sentidos detallado en un libro celeste que es todos los sentidos indistintos.


Francisco Garrido (2011)

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