jueves, 9 de agosto de 2012

Entramado

¿donde comienza el entramado?
¿en la llovizna?
¿en la estrella de primera magnitud de cada gesto?
¿en el reloj que me regala la oropéndola?

sólo sé de las manos que inventan el curso de mis ríos subterráneos
sólo sé del hálito que estremece a la piedra del umbral de mi aorta
que me exalta cada gozne,
mi sensación que hibernaba en un espejo,
y me ensortija el sueño, en su íntima torre de alabastro

la esfinge solar que delata a las simas
como una manera de abolir toda consternación de estrellas
un astro que me envuelve con reflejo absolutorio
y me devuelve a la bahía febril donde emerge una nueva infancia

cuando se pronuncia el fragmento de rocío en que la fábula se mece
por quien en sueños musita pájaros,
aquellos, al retozar por todos los ángulos de la noche.


Francisco Garrido

Después de escuchar

tácita luna o cisne irrepetible
que me habla desde una era desnuda
en sinfonía entreabierta con el murmullo de las semillas

una voz como una forma de reorganizar las esporas,
de difuminar las fronteras del alba,
y que al sonar, vuelve a las libélulas mas inverosímiles
y fluye con inflexiones como incrustaciones diamantinas
que se le hacen al silencio

contemplo tu diálogo de destellos
que viajan a la velocidad de la música;
cada uno da luz a un jardín distinto

y siento aura de lago en paz y vértigo enlazados
y me conmueve el prisma puramente formado por tus ecos

pequeño arcano
con movimientos de cristal de nieve
pulsás mi esfera y la abrís hacia recién nacidos mares
entre novísimas constelaciones

yo descalzo para recorrer un continente fragante de enigma

tu reir
y en mí refulgen las Pléyades



Francisco Garrido