domingo, 23 de diciembre de 2012

Mi nuevo libro ya está disponible

Ya está a la venta Y el espejo se quebró en 25 poemas, mi nuevo libro, con poemas escritos durante 2012.
Pueden conseguirlo en La Libre, ubicada en Bolivar 646, San Telmo, a 30 pesos, o comunicándose conmigo a mirameysecolor@hotmail.com

Francisco Garrido

miércoles, 24 de octubre de 2012

Concierto para violín, de Alban Berg

Primer movimiento
                                              "O el pájaro como acontecimiento"
                                               Gilles Deleuze-Félix Guattari

los destellos se ordenan sigilosos
contra una espalda de resplandor lunar
los destellos prefiguran a la tormenta
disponiendo mis estremecimientos a modo de panoplia

un súbito espejismo de valle precede a los peldaños
vértebras de la sinuosa serpiente marina que asciende

hasta desmelenarse en cascadas de resplandor simétrico
(oh), amarilleo nocturno de lentas aguas

despertar de criatura de vértigo
que contempla sus escamas con reflejo de eclipse

un tintineo como intersección de luces,
punto de luz, punto que se revela como pléroma, y en él habla el Todo (astro total)
que se circunda a si mismo y en sí se parapeta.

más, los muros que se elevan, crispados, majestuosos,
y a sus pies, las crecientes olas que devienen en el canto
oscilante del pájaro a la deriva.
extravío, paisaje rendido, insomnio reptante entre los árboles.


nuevamente los destellos, pero ahora son ramas.




Francisco Garrido






martes, 23 de octubre de 2012

Estoy en la intemperie

Estoy en la intemperie. Siento haber trashumado tiempo, solo mensurable a través de las auras, cuando gravita.
Siento haber transmigrado hasta vos, donde la simiente con su guiño, se revela misterio, y entrego mi mirada al cielo, aun bañado en intemperie, que a su vez me contempla como el tacto del quiromante.
Y cuando me pregunto cómo llegué, recuerdo al ave migratoria que me condujo, dormido, hasta la intemperie, arrojándome como a un venablo incendiado de sí mismo.
Una mirada me insufló la espuma estridente mezclada con silencio en columnas y sedosas piras, y me arrancó las latomías de la sangre.
País de tu mano y la llovizna que me labraba desintegrando todo antro del miedo y horizonte de sucesos* de la ausencia.
Si, ruiseñor en su oficio de desguazar los féretros; y el regreso al perfume inenarrable, acaso envés de la intemperie o región frágil e irrebatible del encuentro, luego del encaje de los siglos y su tránsito.
Vi los cuásares centellear en su intermitente idilio. Vi el trance irisarse en unos ojos y me vi, entre cristalizaciones, entre pensamientos todavía nutridos por el almibar de la víspera.
Pero ahora, coronado de intemperie, oigo el discurso abismal, que se musita como un viento lejano.


Francisco Garrido

*Frontera de un agujero negro

sábado, 1 de septiembre de 2012

El sol suena ante mi

el sol suena ante mi
ilumina tu llegada, mi despertar.

te veo avanzar como pies entre lágrimas
cada una un eslabón, van urdiendo una leve mitología
te veo avanzar y tu estela de jardín colgante
en la atmósfera de una infancia
te veo avanzar como las ondas concéntricas en el agua
en la que mi pensamiento se adormece
y tu andar de trayecto de alondras describe un eneagrama silencioso

lo que era mi antigua pregunta se volvió amatista
revelándome parte del color de tus pasos
y tu forma, tenue bajel aureolado de bruma
litúrgica y matinal.
recibo tus manos de lazos de aire de tibieza
y abrazo un contorno de estrella
como dormir entre corales
sin precaución, sin sigilo
solo abrigado con tu bálsamo gestado entre lunas
con el canto que libera tu nectario

la claridad me abre una oración de pedrería tornasolada
la mañana celebratoria me confía su jazmín de velamen secreto
y no puedo sino atesorarlo y dejar que se entronice
y sos vos, y hay mucho de cosmos en tu fulgor femíneo.

vuelvo a mi refugio y lo reconozco sahumado por tu fragancia
recién regresada del solsticio
misterio que se me formula
en forma de clepsidra palpitante e instancia táctil de la luz.
en tu cuerpo sueño pangea como el espacio que crea el fuego

saberte real es recordar a ser como toda ceremonia.



Francisco Garrido

jueves, 9 de agosto de 2012

Entramado

¿donde comienza el entramado?
¿en la llovizna?
¿en la estrella de primera magnitud de cada gesto?
¿en el reloj que me regala la oropéndola?

sólo sé de las manos que inventan el curso de mis ríos subterráneos
sólo sé del hálito que estremece a la piedra del umbral de mi aorta
que me exalta cada gozne,
mi sensación que hibernaba en un espejo,
y me ensortija el sueño, en su íntima torre de alabastro

la esfinge solar que delata a las simas
como una manera de abolir toda consternación de estrellas
un astro que me envuelve con reflejo absolutorio
y me devuelve a la bahía febril donde emerge una nueva infancia

cuando se pronuncia el fragmento de rocío en que la fábula se mece
por quien en sueños musita pájaros,
aquellos, al retozar por todos los ángulos de la noche.


Francisco Garrido

Después de escuchar

tácita luna o cisne irrepetible
que me habla desde una era desnuda
en sinfonía entreabierta con el murmullo de las semillas

una voz como una forma de reorganizar las esporas,
de difuminar las fronteras del alba,
y que al sonar, vuelve a las libélulas mas inverosímiles
y fluye con inflexiones como incrustaciones diamantinas
que se le hacen al silencio

contemplo tu diálogo de destellos
que viajan a la velocidad de la música;
cada uno da luz a un jardín distinto

y siento aura de lago en paz y vértigo enlazados
y me conmueve el prisma puramente formado por tus ecos

pequeño arcano
con movimientos de cristal de nieve
pulsás mi esfera y la abrís hacia recién nacidos mares
entre novísimas constelaciones

yo descalzo para recorrer un continente fragante de enigma

tu reir
y en mí refulgen las Pléyades



Francisco Garrido

miércoles, 11 de julio de 2012

aproximación a lo inefable

"...El único enemigo es dos..."
Gilles Deleuze


mis ojos cerrados
se abren al vacío repleto
al papiro de agua
oscura y prístina
que me envuelve
que me embebe

mis manos juntas
se funden en un eclipse
y mi lengua forma un huevo
en medio del silencio

me veo avanzar
quieto
a través de un túnel
sin paredes

erigirme
yaciendo
en un campo sin abscisas
sin mas tierra
que el espacio que dejó
la tierra
al desleírse.



Francisco Garrido

De otros diluvios... *

Lluvia urdida en el viento.
Viento en su voluntad
de atizar a la lluvia.

Juntos, construyen
este intraducible castillo
de fugacidad.

Lluvia, viento,
mutuamente imbricados,
hacen resurgir en mí
esta ebriedad
plomiza y olvidada.



Francisco Garrido





*"De otros diluvios una paloma oigo"
Giuseppe Ungaretti

A Sri Ramakrishna

Thakur, heraldo de las latitudes de la luz,
imprime en el papiro de mi lengua las palabras fundamentales.

Thakur, mi mente se acerca hasta la orilla de Tu nombre para sumirse en diafanidad,
que mi mente sea acendrada por Tu nombre.

Thakur, anhelada beatitud en la que mi contorno recordará su ilusoriedad;
que todo mi nómade lenguaje se reintegre y a Ti te hable.

Thakur, la forma de Tu cuerpo está hecha de galaxias, está hecha de tenues líquenes; yo,
tu vástago estremecido, tu cántaro anhelante, que solo desee Tu dulce nombre, oh,
Ramakrishna.

Thakur, que la unificación no sea sino el descubrimiento de la unidad preexistente
que la elevación no sea hacia las alturas, sino hacia la ubicuidad.

Thakur, que Tu palabra, antorcha inalterable, se establezca sobre el mundo.




Francisco Garrido.

rememora

"El edén se ve tan próximo que no se como vivir"
Luis Alberto Spinetta


durmiendo al pie de un árbol
inconmensurablemente ausente,
al procurarte en el sueño como un satélite esquivo
o una magnolia aun no corpórea,
al verte emerger como una silueta entre nenúfares:
¿como ser entre tanto verde?.

ante esa aparición, el prisma del rocío
se reconstruye en mi.
y su espectro, asiéndome con sus relojes,
me vuelve a colocar en la región
melancólicamente exacta.

me tiende sobre la hojarasca
que accidentalmente toma
la forma de tu hablar tornasolado,
donde las libélulas
me prestan su entresueño
y el recuerdo arborece.

me llegás en un aleteo de corolas
disgregadas.



Francisco Garrido

Matinal

oigo fresnos a través de vos
y la gravidez de una esfera de hojas
verdes, como todo el enigma que te tapiza.

y siento aurora al recorrerme,
profundo peregrinar de los latidos:
vértigo en la garganta del bosque.

vibro todo cenit de dulzor solidificado
en cuerpo delirio de orfebre
cuerpo que ríe con esplendor de bálsamo

sí, las distancias se reordenan en fatuas latitudes.
mas nuevamente tu hablar
en toda su desnudéz jeroglífica.



Francisco Garrido

Panacea que a su vez no

los siglos enseñaron a mis manos
a construir esta frágil panacea,
éste cordamen de lágrimas y de cifras vaciadas,
y cuando sospecho su completud
creo sentirme pronunciado
por tantas aletargadas fibras
de símbolos infecundos.

mi ojo se diluye en un cielo de extrañeza
y en mi, el ocaso se transfunde
y se encuentra
con mis voces prosternadas.


Francisco Garrido

presencia

presencia
y todo su derredor
y todo lo antes de decir
y todo ese mundo implícito como una herida.

ya ausente, habla
y aún ausente
suele dilatar los diapasones,
los eslabones sutilmente quebrados
y la arena que se torna mas rumorosa
bajo el calor palpitante que se deslíe

y al volver de su ausencia galopante,
estentórea diadema
y cabellos en tribu,
queda un suspiro imperceptible
interceptado
entre bloques de vigilia

cuando el deseo como fragua la recomienza
junto a todo aquello que el fuego responde
y al mismo tiempo, la noche se deshace en crustáceos
en pedrerías resignadas.


Francisco Garrido

Me recuerdo

Recuerdo cuando los celestes bajeles se encresparon
y encontré la piedra mas redonda de la noche,
y viendo a mi alma empavesarse de mañanas,
me olvidé los horizontes.

Si, me recuerdo frente a un cielo abisal que me dilataba,
y me despertaba,
entre esquirlas de tambores presurosos,
desde un hondo pulso
cristalizado en la mano que me regalaba la vigilia.

Luego, regresaba bajo un sol que me tañía;
mi mente pulsada por esa luz;
me recuerdo, y a las flores en su mudo panegírico,
todo disuelto en las fiestas del nacar,
y al recordar,
los pensamientos son espumas de resplandor incauto,
y vivir es el extendido paso sobre el peldaño de la piel.


Francisco Garrido