los siglos enseñaron a mis manos
a construir esta frágil panacea,
éste cordamen de lágrimas y de cifras vaciadas,
y cuando sospecho su completud
creo sentirme pronunciado
por tantas aletargadas fibras
de símbolos infecundos.
mi ojo se diluye en un cielo de extrañeza
y en mi, el ocaso se transfunde
y se encuentra
con mis voces prosternadas.
Francisco Garrido
No hay comentarios:
Publicar un comentario